lunes, 23 de mayo de 2011

Capitulo 2, Cuidando de ti

Gente por todos lados, cantando y bailando, choqué con algunos de ellos, me miraron con malos ojos, pero continué corriendo, algo dentro de mi me gritaba  “¡corre!”, el corazón me latía muy rápido, llegué hasta la muralla, los guardias estaban bebiendo y aproveché su descuido para entrar, tuve suerte, no me habían visto salir y tampoco entrar.

Me tapaba la mano con mi ropa, mi vestido se había teñido de rojo, dolía mucho, caminé deprisa pero sin hacer ruido, los únicos sonidos ahora era la música lejana del pueblo y mis gemidos, ver la puerta de mis aposentos era como ver mi salvación, entré y me senté en mi cama, luego me levanté rápidamente y cerré las ventanas, las bisagras chillaron y me asusté, el mas mínimo ruido asustaba, encendí a tientas unas velas.

En la soledad de mi habitación miré mi herida, me dolía mucho la mano, me lavé un poco con agua fresca, la herida era muy fea, sangraba mucho, definitivamente fue una mordedura, dos grandes agujeros predominaban a ambos lados de la palma de la mano.

Miré la llama de la vela y entonces con mas calma… recordé, ante la impotencia de no poder hacer nada, empecé a llorar en silencio sin que nadie me consolara, mientras lloraba me tapaba la herida, y me secaba las lagrimas.

-          Ha muerto… snif, snif, mi amor ha muerto… - murmuraba en voz baja para si misma.

Me recosté en la cama, una cama sucia y dura, me tapé con la piel de un animal e intenté cerrar los ojos, mis lágrimas no paraban de emanar y la imagen del príncipe y aquella mujer se reproducirían en mi mente durante el resto de la noche.

No puede dormir, pesadillas tras pesadillas, gente muriendo. Gritos de niños, sangre, familiares que mueren, voces que me llaman… Sara, Sara, Sara… voces que provienen de la oscuridad, voces de brujas pensé… el día había llegado y estaba enferma, tenía el cuerpo hecho pedazos, vacío, débil…  mucha sed… sufrí dolores nocturnos… posiblemente fiebre, había olores agradables por todas parte, los olores me atraían…

PAM PAM PAM

Los golpes en la puerta me alarmaron y de pronto se abrió, apareciendo una mujer alta y robusta, con un velo en la cabeza y una enorme verruga en la nariz.

-          ¡Sara! Perezosa, levanta y ponte a trabajar, todo está hecho un desastre, el príncipe a sido encontrado muerto y, ¡no para de llegar soldados!, ¡esos impresentables! – dijo en tono brusco y de forma imperativa.

Sentí algo en mi interior en ese instante, mi cuerpo temblaba, de pronto como si intentara moverse solo, casi no podía evitarlo…

-          Estoy… enferma, por favor déjame sola...
-          ¿Como dices?, - dijo en tono irónico - estuviste enferma también la semana pasada, ¿crees que puedes ganarte el pan así? – le increpó sin piedad mientras daba dos pasos largos hacía una de las ventanas y la habría de par en par dejando que la luz del día entrase débilmente en la habitación, aún estaba amaneciendo.

Mis ojos se volvieron rojos y noté algo raro en la boca, algo que pinchaba mi lengua, apreté con fuerza el borde de la cama y me vi obligada a decírselo una vez más, mientras respiraba ya muy rápido y babeaba.

-          ¡Roberta! – Dije gritando, te lo ruego, ¡sal de la habitación ahora mismo!, ¡déjame sola!
-          Maldita desagradecida… está bien, ¡pero mañana trabajas doble!, ¡hoy no comes! – dijo mientras salía dando un portazo, luego se escuchó el tintineo de unas llaves y el sonido de la cerradura, la había encerrado.

¡¡¡¡Ahaahhaahaaa!!!! – grité con todas mis fuerzas.

Me puse de pie en un instante y con una sola mano lance la cama al otro lado de la habitación, con una fuerza que jamás pensaba que tendría, estuve a punto de matarla, los olores me iban a volver loca, escuché gritos desde fuera, me asomé por la ventana y sentí un dolor intenso en la cara, y me lancé al suelo, me quemé, no entendí que pasaba…

Miré de nuevo esta vez con precaución, los dos guardias de la muralla estaban siendo empalados por emborracharse y permitir la salida del príncipe del castillo, sus gritos, eran extrañamente música para mis oídos, sonreí y mis ojos se volvieron rojos cuando brotó la sangre de los soldados, me asusté por mi propia reacción, cerré la ventana de golpe.

-          No puedo decirles lo que ha pasado, o sospecharán de mi… - pensé mientras colocaba la cama en su lugar… de ponto alguien estaba abriendo la puerta.

Me tiré en la cama y me tapé…

-          ¡Otra vez no!, no seré capaz de resistir, ¡la voy a matar!. – dije mientras cerré los ojos con fuerza…

La puerta se abrió y escuché pasos, había un olor diferente en la habitación, un olor extraño y carente de vida… cuando me giré la puerta se cerró y ya no había nadie, volvieron a cerrar por fuera, pero ahora había un bote con una sustancia roja dentro en el suelo.

Me levanté, mis piernas temblaban, el olor del bote era maravilloso, caí de rodillas y agarré el bote, lo abrí y entonces no pude evitarlo, bebí su contenido, no pude parar, bebí y bebí aquella sustancia sin detenerme y me sentí mejor, me sentí fuerte, capaz de cualquier cosa, lamí todo el bote y lo dejé bajo la cama, mis dolores, mis temblores, mi sed, mi vacío interior había desaparecido, ahora me sentía mas fuerte que nunca…

- ¿Quién era esa persona? – me pregunté…

sábado, 21 de mayo de 2011

Capitulo 1, Todo muestra el pasado

Levanté el papel donde había escrito.

-mmm....- murmure por lo bajo

Mi letra se veía clara y precisa en la hoja blanca, la doblé por la mitad, y la guardé en un sobre blanco, miré a Tom que estaba sentado al otro lado de la chimenea, veía un lado de su cara perfecta ya que ese lado le daba la luz.

         Habíamos llegado a ese sitio en el siglo XIX, casi nos pillan por ir disfrazados de soldados, pero conseguimos salir, Una vida inmortal era lo peor que podías tener …vivir, vivir y vivir..

Miré la carta de nuevo, aquello no estaba saliendo como había planeado al principio de hacerme vampira, tenía un objetivo, pero sin embargo, Tom no quería seguirlo día y noche, los amigos eran cosa del pasado, así como la gente a la que quieres, lo habíamos cambiado todo por una vida eterna, en la soledad mas absoluta, los demás envejecen y mueren, ves morir a tus amigos y familiares, la vida deja de tener sentido, los amigos se van… El tiempo no perdona, dejé el sobre en la mesa.

Miré por la ventana, pensé en hacer inmortal a alguien que amase, pero... sabía que eso era egoísmo, lo hacía por mi, para no sentirme sola, pero... ¿Me culpaba Tom alguna vez por haberle mordido?

Lo hice por amor, ahora miraba el fuego, ausente, triste, mis sentimientos no habían cambiado, eran eternos como mi cuerpo. Tom de pronto se levantó, y se preparó para vestirse, era de noche, y teníamos hambre, no nos gustaba lo que hacíamos, teníamos que matar para asegurarnos que no hubieran mas como nosotros, pero sabia que eso era imposible, el primer vampiro que me mordió, causo muchas muertes en la ciudad.

Tuve que irme de allí, para que no me acusaran de brujería o algo mucho peor.

Miré a Tom con el ceño fruncido, tan solo tenia veinte años cuando le mordí, y ahora todo estaba así, ya no se podía hacer nada, me levanté yo también de la silla, y miré el fuego, lo peor que hay es el fuego para un vampiro, pensé con tristeza.

-Paula, hay que irse - me dijo Tom con su voz suave.

-Si, ya voy....

Me encaminé con él fuera, el bosque estaba silencioso, nada por un lado, y nada por el otro, delante de nosotros se abría unos árboles que eran enormes. Sin decir nada, Tom echo a correr, sabia lo que iba hacer, correr y correr por el bosque hasta encontrar algo raro, yo fui andando, y me subí de un salto a la rama del árbol que más cerca tenia, contemplé a lo lejos la ciudad. Luces por todos los lados.

Música, ruido...

Sentí un olor fuerte, como ha podrido, arrugué la nariz, y miré hacia abajo. Mis ojos pasaron del negro de la noche, al rojo pasión, debajo de mi, había una chica, no tendría mas de dieciséis años, no le quité la vista de encima; caminaba despreocupada, de pronto se detuvo, y apareció un chico también joven de su edad, habían quedado en ese lugar solitario para hacer realidad sus fantasías, él llevaba un arma de fuego y una espada.

Entonces sentí algo en mi interior, un deseo imparable de atacarles, no esperaba para matar, esperaba que alguien me matase. No me importaba lo peligroso que fuera, era un juego, sí conseguía ganar comía, y si perdía… podría descansar por fin lejos de todo lo sobrenatural. La joven pareja estaban juntos y distraídos, sin el mas mínimo ruido, bajé del árbol y me acerqué a ellos, el chico se dio cuenta y se alarmó, en cuanto se dio la vuelta me lancé sobre él y le desgarré el cuello.

La chica asustada intentó huir, pero cuando me empujó le conseguí morder la mano

El chico que aún vivía me agarró con fuerza y me deshice de él matándolo finalmente, cuando quise darme cuenta la chica ya no estaba, corrí y corrí, buscándola para terminar con ella, su olor era cada vez mas claro. Entonces la luz de la ciudad me impactó de pronto. La multitud bailaba y cantaba.

La chica se había perdido entre la multitud y su olor se mezcló con los demás. Ahora había un testigo, ahora había otro vampiro más, ahora le había roto la vida a otro ser humano.

Gruñí con rabia, sentía que había fracaso de nuevo, corrí hacia mi casa. Tom me esperaba sentando enfrente de la chimenea, ésta vez no llevaba camisa, y miraba un objeto que tenía en la mano.

-¿Qué es eso? - le pregunté jadeando.

Él volvió la cabeza para mirarme.

-Nada - me contestó a la vez que cerraba el puño.

-Tom - en un abrir y cerrar de ojos, estaba a su lado – Dámelo - Éste me miró.

Sus ojos estaban negros completamente, sentía un amor por Tom que nunca había sentido por nadie, él era de momento, el que más me apoyaba, me dio el objeto, y lo sostuve en la palma de mi mano, era un colgante, y ponía el nombre de Sara en él.

-¿Que es esto? - le pregunté señalando el colgante.

-Es de la chica que se te ha escapado - cuando dijo esto, sentí un dolor punzante en la cabeza.

La chica, la chica...

Si no hubiera sido por aquel chico, la habría cogido. Sólo le había mordido una mano, pero era suficiente para que pagara las consecuencias. Además, él lo había visto.

-Y por qué no la cogiste? - le inquirí a Tom.

-Me recordó a mi hermana - confesó con una voz apagada.
Mis ojos se volvieron rojos al instante, sentí que los recuerdos venían a mi mente

Uno detrás de otro…

La hermana de Tom estuvo presente cuando yo mordí a su hermano, estaba delante, y con sus catorce años se enteró de todo, al morderle, Tom manifestó algo que no pude controlar, sus ojos cambiaban de color, de negro a rojo, de rojo a negro, gritaba, y notaba como su corazón dejaba de latir, oía la voz de su hermana diciéndole que parara, que le pasaba... pero él ya no era el mismo, miró a su hermana con los colmillos sacados, y sentí que era tarde, se abalanzó sobre ella, y le mordió, le desgarró el cuello de lado a lado, y bebió su sangre.

Estaba segura que aquella chica no tardaría en darse cuenta de en que se había convertido, sabía que buscaría venganza por la muerte de aquel chico, que mataría gente para comer, que convertiría a mas personas en vampiros sin saber lo que eso significaba para ellos.

-Por cierto, - dijo Tom sin quitar la vista del fuego - tenemos que dejar a esa chica en paz y marcharnos de aquí para mañana.

-¿Por que? - le pregunté intrigada.

-El chico que mataste era el príncipe, ¿acaso no te extrañaba sus ropas? ¿no te extrañaba que tuviera el titulo de caballero y tener derecho a llevar armas? Van a registrar el bosque por completo, si pretendes quedarte aquí y no hacerme caso, ve al castillo para buscar a la chica… Era una de sus sirvientas.

Me dio un escalofrío cuando escuché todo aquello, aunque esa chica matase, jamás sospecharían de nadie del castillo, el pueblo entero estaba en peligro y era mi deber arreglar el entuerto.

Tom se levantó, me quitó el colgante y lo lanzó al fuego.

-La historia vuelve a repetirse, los errores del pasado…- dijo con unas palabras muy duras para mi.

No pude más, y salí por la puerta dando un portazo. Caminé hasta el árbol más cercano, y subí a una de las ramas. Hacía años que conocía a más vampiros como yo.

Mordían a la gente y se marchaban porque no recordaban que en el pasado también fueron humanos y que sufrieron mucho cuando se convirtieron, cuando atacaron a sus familias, cuando se tuvieron que marchar, cuando fueron incapaces de mantener una relación.

- Te encontraré, querida Sara - murmuré mirando a la ciudad con un sentimiento de miedo. 

                                                         Tom y Paula