sábado, 11 de junio de 2011

Capitulo 4, La Elegida

La habitación permanecía oscura y solos unos pequeños rayos de luz atravesaban las aberturas de la ventana, miré los rayos de luz y había polvo en suspensión, mi cuerpo pesaba, había pasado muchas horas desde que bebí aquel bote pero estaban vacíos y empezaba a tener sed de nuevo, la puerta desde entonces había permanecido cerrada pero escuché un tintineo de llaves y apareció otra vez aquella mujer, deseé que no empezara otra vez, que se marchara.

-         ¡Tienes suerte niña!, El consejero del rey necesita una sirvienta personal, así que trabajarás para él.

Me sorprendió la noticia pero no dije nada, normalmente trabajábamos sirviendo a los soldados, era un trabajo duro y en el que se recibía muchos malos tratos, a pesar de la influencia del príncipe jamás logré trabajar para alguien importante en el castillo, pero… era un mal momento, estaba enferma, loca, o quizás me había convertido en un monstruo.

-         Solo requiere tu presencia durante la noche, así que ni se te ocurra ir antes.
-         No te preocupes por eso vieja bruja – dije entre dientes
-         ¿Dijiste algo? – preguntó
-         Iré luego – respondí inmediatamente

Entonces se fue cuchicheando banalidades, dejándome de nuevo encerrada allí en aquella habitación, me levanté de la cama y me miré la mano, ya no me dolía, quería ver la herida de nuevo, así que me quité el trapo y para mi sorpresa ya no había herida, me pregunté si me había equivocado de mano, pero solo tenía dos, ¿que demonios había pasado?, la herida había desaparecido por completo.

La noche llegó en lo que para mi fue una eternidad, salí de aquella habitación en la que había permanecido todo el día, miré al cielo y había una enorme luna llena, era un cielo lleno de estrellas, respiré profundo, y comencé a caminar hasta la torre oeste del castillo que era la residencia del consejero real, al llegar a la puerta me detuve ante dos soldados, sus olores eran extraños.

-         Yo soy… - comencé a decir
-         Sabemos quien eres – interrumpió el soldado de la derecha mientras que el de la izquierda habría la puerta.
-         Pasa, mujer – dijo el soldado de la izquierda y ambos empezaron a reír por lo bajo.

Pasé por la puerta y esta se cerró detrás de mi, no entendía a que venían esas risas, tampoco había visto a esos soldados nunca en el comedor con los demás.

Había una escalera justo en frente y la subí lentamente pensando que querría de mi el consejero, había tantos escalones que perdí la cuenta, pero no me cansé, llegué en el mismo estado en el que había empezado a subir, vi una puerta vieja de madera sin tocar la puerta entré.

La estancia era enorme, había muchos libros, espacios vacíos adornados con alfombras, armas extrañas, mesas, sillas, velas iluminando el lugar y lo más raro, no había ventanas.

Un hombre permanecía de espaldas a mí junto a una mesa, estaba de pie, me detuve a unos pasos de él, cuando iba a hablar, él lo hizo antes que yo.

-         Así que tú eres Sara Ramírez, la hija de Tomas Ramírez el carpintero…
-         Esto… si señor, - dije muy nerviosa.
-         Ayer noche, el príncipe… murió atacado por un… animal rabioso… últimamente tengo mas trabajo debido a eso…

Sentí ganas de contarle que no fue un animal, sino una mujer, un monstruo con una fuerza impresionante, pero mantuve silencio y desvié la mirada, no quería llorar.

-         Te veo extraña, ¿sabes algo? – preguntó y caminó unos pasos a su izquierda para luego darse la vuelta y mirarla a los ojos.

Al caminar dejó al descubierto sobre la mesa un bote con un líquido rojo, igual al que habían dejado en su habitación, había pasado mucho tiempo con sed y no pude desviar la vista del bote, era algo inevitable, mis ojos se volvieron rojos, y sentí que mi vida tal y como era había acabado porque empecé a respirar muy rápido y saqué los colmillos.

-         mmm, ya veo, ¿quieres esto verdad?- dijo sonriendo
-         ¡Dámelo! – dije inconcientemente.
-         Ven y cógelo tu misma, si es que puedes, niña – me retó

Cogió el bote y  fue a romperlo contra el suelo, entonces no puede contenerme y le ataqué, me lancé contra él con todas mis fuerzas, quería matarlo, sentí que luego de eso tendría que huir del castillo, pero cuando llegué a su altura, el hombre me realizó una técnica muy extraña que me sorprendió, sellando todo movimiento del brazo derecho me tumbó en el suelo y sentí un dolor indescriptible cuando pareció a punto de romperse, el bote estaba en el suelo a solo unos centímetros de mi cara.

-         Atacar de frente… de verdad que eres una patosa.
-         ¡Suéltame viejo!

Me apretó con más fuerza todavía…

-         ¿¡Viejo!? Solo tengo 726 años, ¿a quien llamas viejo, cría de mierda?
-         Ahahahhaaaaa, estás chiflado o te conservas muy bien ¿estas loco?.
-         Jajajaja de acuerdo… te soltaré, te daré el bote y te explicaré todo, como intentes algo, este “anciano” te romperá el brazo.

Me soltó y me pude incorporar, me llevé la mano al brazo derecho, los ojos del hombre eran rojos intensos me miraba fijamente, entonces lo entendí, era como yo, me entregó el bote y bebí sin control mientras me miraba sonriente.

-         Soy Vicent Wallace, consejero real, no temas, soy como tu, se lo que ocurrió en el bosque, el olor del príncipe y de esa traidora se podían percibir desde muy lejos…  oye… ¿¡Me estas escuchando!?

Solo me importaba beber, no escuchaba sus palabras, el liquido rojo lo era todo, me hacía sentir mas fuerte, se derramaba un poco por las comisuras de mis labios, pero no me importaba.

-         Bueno, no importa, sigue bebiendo, no hay prisa, solo espero que aquellos dos no me fallen esta noche y me traigan la cabeza de Paula.

Se dio la vuelta y se alejó con pasos cortos mientras decía:

-         Muy pronto te enseñaré todo lo que necesitas saber sobre el mundo, niña.

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